Sueños a la deriva
Esta parte de mi vida se llama viviendo solo... todo empezo un caluroso día de febrero en el cual me dicidí salir de mi casa por diferentes motivos, creo que es prudente mencionar que no fue planificada la salida y de un momento a otro dejé la tranquilidad de mi familia para recluirme en mis cuarteles de invierno... una cosa era segura, a partir de ese momento ya no podría regresar a mi casa a vivir como siempre mucho tiempo atrás tuve la idea de alquilar un lugar en donde vivir y empezar a hacerme independiente de mis padres; cuando llegue este momento "no puedes regresar a tu casa pues sería un retroceso personal, nada quita que vuelvas de visita pero a vivir ya no".
En fin, decidido ya a empreder un camino desconocido (y hasta ese momento no valorado en su real magnitud) cogí una maleta prestada, aliste algunas cuantas chucherías de compañía en esta nueva casa y me fuí... Al llegar al lugar obviamente lo sentí un tanto desconocido, por no decir bastante ajeno a mi y a lo que realmente me gustaba de mi casa, considero que principalmente era porque en mi casa, más allá de que muchas veces renegue de que haya tanta bulla por la cantidad de gente nunca estuve solo, mientras que en esta nueva casa la soledad acompañaba a cada rincón de las cinco habitaciones, incluso con tal cantidad de gente pasando por lo alrededores uno puede llegar a escuchar eco de sus pensamientos, incluso puedes escuchar lo que conversan las hormigas, en pocas palabras la soledad es la religión de esa casa impertubable y casi sin movimiento.
Cuando decidí asumir el reto me acompañaban en un día cargado hasta seis personas, claro está que renegeba de mi destino por la poca privacidad que me ofrecía pero al fin y al cabo era un nuevo ambiente que me distraía por un momento de mis penas, de mis dolores... de mi propia soledad
Al cabo de unos día eramos solo 3 personas las que cada noche, después de nuestra rutina diaria nos juntabamos para conversar, ver algunos videos, cocinar algo y descansar... debo decir que por mi parte era agradable pasar esos momentos de distracción pues me sentía acompañado. Así fueron pasando los días, semanas, hasta que uno de ellos decidió ya no seguir en la nueva casa y optó por irse, regresar a nuestra tradicional casa, aquella casa tan llena de recuerdos hermosos y tristes en la que cada uno de ellos te acompaña. A las dos semanas de su partida mi hermano regreso con su ex y decidió cederme el departamento de manera temporal, dentro de mi dije "éxito" por fin lograría la libertad tan ansiada, por fin y después de mucho anhelarlo sería libre dentro de cuatro paredes para poder hacer lo que me plazca... craso error, pues en realidad eso significaba vivir solo, mis responsabilidades no serían compartidas y todo dependería integramente de mi, pero estaría solo los 365 días del año, pues como ya comenté no pensaba regresar a mi casa y me tendría que tragar el sapo de no ver a nadie al llegar... fría y sola, con las luces apagadas, silencio culposo, intimidad temerosa... nadie al llegar, puerta cerrada con llave y candado que esperaba a que llegara para poder ser abiertas.
La primera semana fue fatal, sin saldo y con poco dinero no podría comunicarme con nadie de mi familia de lunes a viernes, desconectado por completo de internet o algún medio de comunicación. En la soledad de la noche solo deseaba que el tormentoso insomnio ya no me siguiera vistando y que por la mañana la alarma sonase de tal manera que me despierte en el acto... profundo dolor de no conocer el calor humano de alguien que te espera para poder comentarte como le fue en su día hy que al menos te preguntará como te sientes. Aprendí a hablar con mi cepillo, con la ducha y con algunas camisas y antes de que me diera cuenta habían pasando tres largas semanas en esa inmensa soledad.
Un día inesperado, lejos de molestarse conmigo por este tiempo de abstinencia y de no haberla invocado, escuché una pregunta en la oscuridad ¿por qué ya no hablamos? ¿por qué me has abandonado? tenía la mirada perpleja, por un momento me detuve a reflexionar en sus preguntas y caí en cuenta que era muy cierto, que hacía tiempo que no hablabamos, tenía razon en por lo menos preguntarme algo que, lejos de la bulla de la gente y del calor del hogar podía escuchar su voz casi desvaneciente, era mi soledad la cual había abandonado hace un buen tiempo, recuerdo que de más joven ella soportaba mis tiempos libres, cuando salía como ahora a pasear bajo el cielo gris buscando algún tipo de compañía, alguien con quien conversar sobre el amor, la vida y el futuro.
No tenía respuesta a sus preguntas, intenté balbucear algo, no quería mencionarle que el destino me tenía frente a ella porque las cosas habían cambiado radicalmente en tres meses y qe aún no me sentía tan fuerte como para rechazarla... me volvió a preguntar ¿qué haces acá? ¿me extrañaste? - ¿extranarte? era lo que menos quería, volverme a encontrar contigo, aún no he aprendido a soportarte por lo que cada encuentro que tengo contigo es tan pesado que no puedo recuperarme, por desgracia tu naturaleza es aparecer ante la debilidad aunque si mal no recuerdo aprendía a alimentarme de ti, llegué al puto de tener que estar solo para poder ser feliz, soy de aquellos que faltan a una fiesta llena de gente porque sabe que los demás se van a divertir y eso me hace feliz, nada más...
Me miraste por un momento, contemplaste mi situación y al saber que n gtenái escapatoria me dijiste "sientate, ¿quieres conversar?" "sí" repondí presuroso pues en realidad la había extrañado mucho, "sí" no sabes como te extrañé durante este tiempo, "¿pero no necesitas estar solo para poder verme?" me preguntaste a lo que me puse a pensar en la mejor respuesta para mi, "al diablo" dije, "no te necesito, no quiero saber de ti, pero a veces siento que es irremedable, que para poder estar feliz necesito estar solo, muy solo, al borde de la melancolía para así poder recordar que no todo es tan malo y volver a ser feliz"... un silencio nos invadió, de pronto me dijiste "no intento hacerte daño, al contrario, nunca te diste cuenta que soy yo la que finalmente se queda siempre contigo, que mientras los demás no están soy capaz de soportarte hasta que vuelves a empezar". Cruda pero absurda verdad, ante tales palabras me quede mudo, no puede pensar más, de pronto me ví abrumado por una sensación de inevitabilidad, de desesperanza, mareado por ello me recosté y me quedé dormido, temerosamente dormido.
Desde esa noche volví a dormir más tranquilo, no tanto como antes pero al fin y al cabo estaba más consolado, ya no estaba solo, perdón estaba tan solo que solo eso me acompañaba....
5 comentarios:
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Estimado anónimo:
En primer lugar quería agradecerte por visitar el blog.
Te comento que en este post en particular estoy intentando utilizar un estilo literario llamado "realismo mágico"... además, lo bueno de escribir es que te permite una cuota de invención, pues la historia no refleja necesariamente lo que siento en este momento ... Te pediría si un poco más de flexibilidad o cariño con el contenido :)
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Es sumamente importante darnos tiempo a nosotros mismos para pensar, para re-conocernos, identificar los sentimientos que estamos experimentando, para separarlos, tomar decisiones y analizar opciones. Una cuota de compañía o charla con alguien que pueda darte un punto de vista distinto nunca cae mal, pero al fin y al cabo esa otra persona no está subida en el coche, y es uno mismo que con una merecida cuota de soledad debe analizar lo que está pasando.
Siempre pensaré que es mucho mejor poder conectarte con tus sentimientos, poder expresarlos cuado realmente lo necesitas... no se puede vivir con sentimientos encontrados siempre, la idea al vivirlos es dejarlos fluir porque llegado el momento no te atormentarán más
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