Empiezo a escribir esto faltando exactamente 12 horas, 10 minutos y tantos segundos para la prueba más importante de mi vida, o al menos eso creo, y (sobre todo) siento, porque no puedo dormir, mi cabeza trabaja mal y el sudor hace que mis ojos me ardan. Pienso "Rayos, debería estar descansado, no puedo amanecerme esta vez, no daré la impresión de lo que en verdad soy si me ven llegando lleno de legañas, con el pelo alborotado, la ropa medio sucia y arrugada y la mirada perdida", sonrío con sarcasmo después de varios días, y pienso de nuevo "ja...".
Ahora reflexiono un poco y digo para mí "carajo, que salga como salga, aunque me cague de miedo, que le temo más a no hacer nada que a un No". Y bueno, todo se empieza a sentir como el final de una película independiente, osea (para los que ven los Simpsons) empieza a desvancerse y perderse lejos. "Es hora de los agradecimientos" pienso en voz alta y luego volteo, esperando que los viejos no se hayan despertado. Nada.
Pienso en 6 tipos por un largo rato, en cada uno de ellos. Luego me siento algo gay. Luego decido que no les agradeceré a ellos, tal vez por complejo, o tal vez porque necesito agradecerle a algo sublime antes, y en medio y después también, porque a través de ella, es que ellos se sentirán aludidos. Así que decido empezar como habría empezado alguien que no busca nada original:
Gracias
Te agradezco a ti, no a la enorme luz de la que eres parte, porque no soy capaz de entenderla toda, a ti te entiendo como a mis manos, porque me recibiste desinteresada e irónicamente.
Te agradezco a ti, porque me enseñaste cosas de las que me dejaste darme cuenta a tiempo y no me enseñaste cosas que dejas pendientes para cuando decidas llamarme de nuevo.
Te agradezco a ti, porque te camino como no camino a nada en la vida.
Te agradezco por cruzar mis tabas rotas con tabas sucias, tabas inmaculadas, tabas inmóviles, tabas cruzadas, tabas sobre sus puntas y en reposo, tabas que no dejan de moverse, tabas con ritmo... pero en su mayoría sin una pizca.
Te agradezco los ojos
Te agradezco las lunas
Te agradezco la música
Te agradezco la comida
Te agradezco la cerveza
Te agradezco los cuadernos
Te agradezco las risas
Te agradezco la palmada
Te agradezco el abrazo
Te agradezco la sonrisa
Te agradezco la carcajada
Te agradezco el dota
Te agradezco la salchipapa
Te agradezco el triple con doble pollo y jamón
No te agradezco a los hijos de mil putas que son Renzo y el chino por comérselos
Te agradezco el teatro
Te agradezco el Aisa
Te agradezco el rincón
Te agradezco el llanto
Te agradezco la forma que me diste de caminar, con exámenes jalados en la mochila, y un cuaderno raro bajo el brazo.
Te agradezco la forma que me diste de sentarme, con los pies en dirección a donde quiera y la cabeza...también.
Te agradezco las polillas que te recorren en la noche, discretas, sonrientes, providentes. Que recorren mi cabeza, y la recorrerán hasta el fin de mis manos. Que recorrieron árboles deshojados, tabas desalineadas (menos unas), carcajadas colectivas y arrazantes.
Todo, todo, como dije, te lo agradezco a ti, amada Facu, porque te la debo, por entender que te amo, tan tarde, y entender tarde también que me conoces mejor que nadie y que las paredes son meras formalidades. Por no defenderte como merecías, por actuar como hijo malcriado y desganado. Y ahora me doy cuenta de lo perdido, drogado y esquivo que habría termiando si no fuese por ti.
Gracias.
...
gracias gracias gracias gracias gracias gracias
Termino agradeciendo una vez, pienso un poco. Varias veces. Las cuento. Seis. "Perfecto", pienso "pordía haberlo dejado ahí". No, quiero seguir escribiendo. Me seco las lágrimas, releo el texto más significativo que he escrito hasta hoy. Sacudo la cabeza. Y decido que es hora de ir a dormir. La prueba de aptitud artística es mañana, y yo ya decidí que usaré acuarelas. Debo alistarlos, recargar el negro y limpiar un poco el blanco porque lo mezclo mucho con los demás colores. Vuelvo a llorar. Vuelvo a secarme las lágrimas. Pienso en lo estúpido que soy, extrañando a personas que no pienso dejar de ver nunca. Sonrío, y ya me volví a acostumbrar. Me despido.
Y agradezco nuevamente, las tabas, los ojos, la llama.
Lando
Etiquetas: Manos que gritan