5 am
Me siento fuerte y con potestad para irrumpir
sorpresivamente en la vida de otro, cuya inteligencia burlé, de ese que creí débil y no respeté en algún
momento de mi valentón pasado. Quizá ese otro a quien hoy angustio, después de interminables
racionalizaciones, ha logrado reponerse, pero no es algo que yo quiera
considerar. Y le hago llorar, confundirse, recordar, tomar algunas decisiones apresuradas
y desistir de otras. Cuan egoísta es la culpa, qué sentimiento comodón, que no
me permite preocuparme genuinamente por lo que siente el otro, me preocupo por
la imagen que ahora tiene de mí, me avergüenzo porque ahora conoce mis
miserias, porque me vi descubierto, me arrepiento porque cometí un error y las
consecuencias también me salpicaron. Como sea, la culpa no me deja tranquilo y a las 5 am de un domingo (seguramente
con los ojos rojos y en medio de un llanto ebrio) sorprendo a esa persona a la
que hice daño tiempo atrás, con palabras que no necesita oir, la sigo atando,
no le permito recuperarse.
1 comentarios:
Qué bonito escribe, susanita.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio