Las malas noticias
Pienso que demoro mucho en asimilar las malas
noticias. Recuerdo julio del año pasado. En medio de la av.
Arequipa, vi el celular y leí el peor mensaje de texto de mi vida. Salía
rapidísimo porque tenía examen de Rorschach, en el taxi, lloré, llamé,
pregunté… estaba relativamente tranquila. Llegué tarde, di el examen, aprobé. Seguramente la
profesora nunca revisó esos exámenes, porque mi mente nunca estuvo en esa hoja
de papel, así que nada de lo que
escribí seguramente tendría relación
alguna con ese curso. Recién iba dándome cuenta de la magnitud de lo que había
pasado. Terminé el examen y me fui al velorio de mi pequeñita, la niña de la
mirada más tierna, de las confesiones más sinceras, la niña más educada y dulce
de este planeta. Esa niña que amaba dar vueltas en mi silla hasta marearse, y
que mañana cumpliría 9 añitos. No pude verla,
era demasiado. No fui a su
entierro. No la visité en el cementerio.
Han
pasado meses desde que se deterioró la salud de mi papá, que ya no es el mismo,
que los 73 años ya están pesando. Pero recién lo voy asimilando, recién voy
dándome cuenta que quizá ya no vaya a estar muchos años más con nosotros, que
debería perdonarlo y abrazarlo alguno de estos días, antes de
que ya no haya un mañana para hacerlo.
Este
año, nuevamente me tocó leer malas
noticias. Entre al facebook, leí un mensaje,
lloré al pensar que existe una persona que me quiere hacer daño, pero no
creí lo que me decía. Después ,leí un
mail de la misma persona, pero esta vez, lo que
dijo tenía un poder criminal muy bien entrenado, y me dio
argumentos que convencerían a cualquiera….menos a mí, que
aún confío en la buena voluntad de la gente. Hice de cuenta que no vi nada y
seguí con lo que tenía que hacer.
Sonreía.
Un
día después asumí la situación lo suficiente como para confirmar la información, y cuando lo hice, la vista se me
nublaba y todo daba vueltas. Continué
negándolo, como si se tratara de un duelo, pasé dos días sin poder evitar
llorar delante de quien fuera. Me dieron un día libre en el trabajo para poder reponerme, a pesar de que no sabían qué sucedía. Cuando
regresé, lucía mejor, parecía que estaba manejando bien la situación, pero era
sólo la imagen que proyectaba, porque esa mezcla de sentimientos quería salir
de cualquier forma. Empecé a adelgazar, a sentir escalofríos y en pleno verano me abrigaba como si fuera
Julio, los ardores estomacales eran insoportables y las náuseas no me dejaban
tranquila.
Ahora
ya estoy mejor, asimilando las malas noticias, comprendiendo que no está mal
sufrir, que no cometí un error al confiar en la gente, que no fue mi culpa y que de algún lugar salen los ángeles.
Voy
asimilando que a veces no sirve de mucho
soñar con futuros y eternidades, porque
mis sueños se fueron de golpe junto con
los buenos tiempos, esos tiempos en los que era maravillosa, bella e
indispensable.
Voy
comprendiendo cuan efímero puede llegar
a ser TODO, que a veces no recordamos
las promesas que hacemos, que deberíamos perdonar más fácilmente, y que no debo arrepentirme de lo que hice, de
lo que dije, de lo que no hice y de lo que callé, simplemente impulsada un
ALGO, que manda a mi cuerpo a actuar sin pedir permiso al " se supone" o al
"debería", porque en cada uno
de esos momentos fui genuina, no callé mis sentimientos, actué de
acuerdo a lo que creo y di todo de mi
sin pensar que debería medirme.
2 comentarios:
Se te extrañaba Sus.
Las emociones más intensas se deben expresar con la misma intensidad, como si no hubiera un mañana... solo recuerda esto "nada es eterno, ni el propio sufrimiento. Siente el dolor para que después te puedas reír de ello, reír a carcajadas y solo así sabrás lo mucho que vales como persona"... me acoplo al coment de Ronnie, se te extrañaba (pero a de uenta que nunca te fuiste)
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio